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2016/04/13

Autonomía obrera 2.0 (en La Directa)

Filed under: CGT,entrevistas,General — Tags: , — jonatan @ 19:39

 

Autonomía obrera 2.0

Una recopilación de estrategias nuevas y renovadas para romper con la cultura de la delegación y adaptar las estructuras sindicales al modelo productivo postfordista

Si las condiciones laborales no han parado de empeorar durante los últimos treinta y cinco años, como se explica que este proceso no sólo no haya provocado un aumento de la conflictividad laboral, sino que haya venido acompañado de un declive pronunciado en el afiliación sindical y las movilizaciones de los trabajadores? Con el objetivo de buscar soluciones que revitalicen la lucha obrera, ya hace años que académicas y sindicalistas intentan encontrar respuestas a un problema altamente complejo. Las causas que se han identificado hasta ahora se podrían agrupar en dos bloques. El primero señala como culpables las dinámicas del llamado “sindicalismo de concertación” -encarnado en las centrales mayoritarias UGT y CCOO y el régimen de relaciones laborales surgido de los pactos de la Moncloa de 1977. Es un modelo que ha recibido un abanico amplio de críticas, entre otros motivos, porque se considera un sindicalismo delegacionista que busca el pacto, funciona de manera jerárquica y da poco peso a la movilización.

Por otra parte, un segundo bloque explicativo se fija en la incapacidad de los planteamientos y las estructuras sindicales, ancladas en el siglo XX, a la hora de adaptarse a las transformaciones del modelo productivo capitalista, como son la fragmentación de la clase obrera y la emergencia de la temporalidad, las becas o el trabajo gratuito en forma de prácticas. Todo ello ha llevado a una pérdida de confianza en la acción sindical por parte de segmentos muy importantes de la clase trabajadora, que ha visto reducida significativamente su fuerza.

Sindicalismo de concertación o sindicalismo de clase

En el artículo El sindicalismo de los sans culottes y las pétreleuses, publicado en 2014 en la revista Perspectivas, Isa Benítez -Licenciada en sociología y responsable de Organización de la Coordinadora Obrera Sindical (COS) – y Jordi Juan -abogado laboralista del Cole Colectivo Ronda y encargado de Acción Social de la costa establecen un binomio entre el sindicalismo de concentración y el de clase. Las autoras detallan unas características antagónicas que los separan desde la raíz: mientras el objetivo de fondo de los sindicatos pactistas es “un acuerdo de pacificación social entre clases según un determinado estado de correlación de fuerzas”, el sindicalismo de clase búsqueda “del abolición del trabajo asalariado a través de la lucha de clases “.

Conversamos con Ermengol Gassiot, profesor y secretario general de la CGT catalana, y Oscar Murciano, informático y secretario de Acción Social del mismo sindicato. A su juicio, el sindicalismo se puede volver a fortalecer, pero debe empezar por poner el conflicto en el centro. Según Gassiot, “desde el punto de vista de la concertación, la razón de ser del sindicato es representar el trabajador en la búsqueda de pactos con la empresa”. Y continúa: “Nosotros, en cambio, vemos el sindicalismo como el máximo exponente de la organización de la clase obrera, de su identidad colectiva. Por tanto, una vez reconocemos que nos explotan a través del trabajo, buscamos apoderarnos para resolver esta situación “.

“El conflicto no es malo ni bueno, simplemente existe”, argumenta Gassiot.En su opinión: “No hay acuerdo posible con la clase explotadora; como máximo, pactos puntuales nacidos de nuestra capacidad de ejercer coacción sobre los patrones. Los mecanismos legales se pueden aprovechar en un momento determinado, pero no son nuestro marco. Somos conscientes de que estas normas han sido definidas por el poder contra el que luchamos.Nuestras normas, las decidimos nosotros “.

Asamblearismo y acción directa

Ante las grandes estructuras y las relaciones jerárquicas propias de los sindicatos de concertación, los de clase quieren apostar por el asamblearismo, la horizontalidad y la autonomía. “La asamblea debe ser el núcleo de la acción colectiva. Se deben reducir liderazgos y protagonismos y acabar con la cultura de la delegación “, afirma el secretario general de la CGT. “Nosotros mismos tenemos que ponernos a trabajar en este sentido a escala interna. ¿Qué hacemos con los comités de empresa? Será necesario que nos replanteemos si siguen siendo útiles. Quizá podríamos recuperar la idea original de vaciarlos de contenido … En la medida que seamos lo suficientemente fuertes, podremos acabar con los comités y el debate que rompió el movimiento anarcosindicalista quedará obsoleto. Cuando seamos capaces de coger el patrón y sacudirlo un poco nosotros, no será necesario que pedimos que lo haga un juez “, afirma.

“La asamblea vinculada a las prácticas de acción directa”, comenta Gassiot. “Y acción directa no sólo significa quemar un contenedor -que también-, sino que quiere decir que las personas afectadas son quienes define el problema y establece una metodología para resolverlo con sus propios medios”. Por el sindicalismo de concertación, la movilización es “marginal, predecible y coreografiada”, para un sindicato de clase es “continua e imprevisible”.

Adaptarse a la realidad

“El sindicalismo no ha sido capaz de responder ante la creciente precarización del trabajo porque no quiere asumir la nueva realidad laboral posfordista: las estructuras sindicales son conservadoras por definición”, opina Murciano. Según explica: “La empresa ha sido el núcleo atomizador del sindicalismo, pero ya no podemos pensar en estos términos. Este átomo sirve para la gran industria, donde sigue siendo funcional, pero ya no representa a la mayoría de las trabajadoras, sobre todo aquellas más explotadas, atrapadas en dinámicas de temporalidad, rotación o paro, que pueden ver los sindicatos como algo exclusivo de determinados sectores con unas condiciones laborales relativamente protegidas “.

“A los sectores hiperfragmentats y precarizados, como el de la informática, predomina la temporalidad. Por otra parte, en una misma sala de las oficinas de Hewlett-Packard, puede haber trabajadores de veinte empresas diferentes.Una manera de afrontarlo puede ser organizarnos a nivel de sector. Así, si saltamos de una empresa a otra, mantenemos el mismo espacio de lucha “, afirma Murciano. Según, Gassiot: “El ejemplo del mundo de la hostelería nos debería hacer reaccionar: el principal sector de producción capitalista en Barcelona es la oferta de ocio turístico y el sindicalismo tiene muy poca fuerza”.

Vinculación con el territorio

Aparte de la organización sectorial, otra herramienta que ayuda a reavivar el sindicalismo es la territorialización de las luchas. Esto enlaza con los sindicatos de barrio, pero también con las asambleas que tienen su base en un espacio de trabajo compartido. “En el aeropuerto, por ejemplo, encontramos pequeñas secciones sindicales en las aerolineas, cada empresa da handling, el Bus Turistico, la Renfe … Pero si nos planteamos el aeropuerto como un conjunto, vemos la necesidad de una organización sindical común de todas aquellas personas que trabajan” , analiza Gassiot.

Otro aspecto de la crisis sindical es que el modelo fordista ignora el trabajo doméstico y de cuidados, el trabajo voluntario o las economías informales;estudiantes, paradas, pensionistas y jubiladas también quedan fuera. “Es necesario que el sindicalismo vuelva a ser percibido como una herramienta útil para un sector de la población que ahora lo ve como algo ajeno, propia de grupos concretos como los trabajadores del Metro. Esto puede hacer que la gente adopte actitudes antisindicales “, concluyen Murciano y Gassiot, que destacan la futilidad que la realidad se adapte a los planteamientos propios:” Lo que debe hacer el movimiento sindical es adaptarse al sistema para poder combatirlo mejor, como ha hecho siempre “.

Recuperar la fuerza pasada con las herramientas de hoy

Según Oscar Murciano, secretario de Acción Social de la CGT, “no se trata de hacer un nuevo sindicalismo, sino de recuperarlo”. La organización por sectores se parece mucho a los sindicatos de ramo de la CNT de principios del siglo XX; los sindicatos de barrio recuerdan los Comités de Barriada cenetistas de los años treinta. Sin embargo, aunque comparten un análisis económico de raíz marxista y una herencia anarcosindicalista, los nuevos modelos sindicales tienden a asumir posturas no identitarias. La apuesta es dejar las siglas en segundo término para conseguir una unidad de acción basada en las asambleas.

Un rasgo distintivo del sindicalismo del siglo XXI es el uso de las redes sociales como herramienta de organización y acción colectiva. Son muy útiles para poner en contacto trabajadoras de un mismo sector que nunca habían compartido espacio. Los grupos de Whatsapp fueron el canal comunicativo que hizo posible la huelga de Movistar. La página de Facebook de Las Kellys ha dado a conocer las condiciones laborales paupérrimas de las limpiadoras de habitaciones de hotel.

La socialización del conflicto

“En la medida de lo posible, hay que intentar que el conflicto traspase los muros del puesto de trabajo”, explica Oscar Murciano, de la CGT. “El conflicto ha de salir a la calle para generar una corriente solidario que incremente la fuerza. Este apoyo externo representa un añadido de energía necesario para mantener una lucha laboral. Toda huelga que, pasados ​​unos años, queda en nuestra memoria por su fuerza, es aquella que se ha socializado “, asegura el miembro de la CGT, que ilustra el argumento con los casos recientes de Panrico y Movistar. “A Panrico, los huelguistas decidieron aislarse conscientemente y pasaron meses en la puerta del polígono. Resistieron heroicamente, pero, finalmente, su esfuerzo no tuvo frutos: ya no presionaban la empresa, sino que se presionaban a sí mismos “, opina. En el caso de Movistar, “a través de la mirada sectorial, el uso de las redes sociales y la generación de una empatía muy fuerte con los movimientos sociales, se ha conseguido poner una de las principales multinacionales del Estado entre las cuerdas. La empresa está preparada para resistir una huelga de la plantilla, pero no un conflicto general que también la presione desde fuera “, explica. La socialización no debe tener necesariamente que ver con megaconflictes. Con todo, Murciano remarca que “independientemente de la gente y las organizaciones que se sumen, en un conflicto, que debe decidir es siempre la plantilla”

 

 

artículo publicado en La Directa

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